sábado, 26 de octubre de 2013

Un año más, una hora menos


Llegó el mal tiempo, la incesante lluvia, los paraguas, la ropa de abrigo, las botas,  los días de peli y manta, los agobios académicos, los domingos de andenes y despedidas, el sol en días contados, las comidas de cuchara, las tardes en locales, los catarros, las gripes, el dormir poco o nada. 
Llegó el otoño-invierno. La época del año en la que la morriña nos hace suyos, en la que todo lo vemos en escala de grises y en la que el vaso está siempre medio lleno. Los paisajes son naranjas, verdes o amarillos, las calles se llenan del olor a castañas, los pueblos de olor a leña recién quemada en la cocina. 




Cambiamos el horario, las 3 serán 2 esta madrugada. Ahora llega el proceso de adaptación, los olvidadizos que el lunes aún no habrán cambiado la hora y los perfeccionistas que cambiaran todos los relojes de sus casa antes de irse a dormir. Llegan los "¿por la hora vieja o por la hora nueva?". Todo vuelve...

Un año más, una hora menos 



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