miércoles, 26 de junio de 2013

¡La vida es bella!

¡Buenos días princesa!
Esta es la frase más conocida de una de las mejores películas de la historia del cine, La vida es bella ( La vita è bella). A pesar de lo horrible que era resistir en un campo de concentración durante el holocausto nazi, el protagonista recrea a su hijo una realidad paralela en la que todo era un juego y tenían que esconderse para conseguir puntos, ganar el juego e irse finalmente a casa.



Actualmente no estamos pasando  por uno de los mejores momentos del siglo: la crisis económica, los desahucios,el hambre, los suicidios, los recortes, las revueltas sociales...
Horrible. Reparas en todo eso y dices " De esta no se sale, estamos perdidos".
Esa sería la actitud más común pero, ¿por qué no pensar en positivo? Pensar en lo que tenemos y no en lo que nos falta, en lo que podemos hacer y no en lo que se nos prohíbe.
Todo está en la actitud, en la forma y el valor con el que nos enfrentemos a la vida.
O comes o te comen, Los más fuertes son los que ganan.
Podemos ser grandes si nos lo creemos, si dejamos a un lado las envidias, somos un poco más generosos y consecuentes podremos con ello. No necesitamos imitar a los del norte, ni a los del oeste, necesitamos aprovechar nuestras cualidades y recursos.
 Lo mejor está por llegar y va a llegar pronto.
Aprovechemos lo que nos dan y seamos agradecidos. El poder ver el sol cada mañana, la luna llena cuando salga, el canto de un pájaro, el sonido del viento, los colores de una flor en primavera, la fría nieve en invierno, la lluvia en otoño, la risa de un niño, una puesta de sol, la montaña, un prado verde, las olas del mar, una comida familiar o una tarde con los amigos. Pequeñas cosas que nos hacen grandes y muy muy afortunados.






"Aquel que quiera disfrutar del arco iris, tendrá que aprender a apreciar la lluvia"




La vida es bella.






sábado, 22 de junio de 2013

Un niño en un cuerpo de hombre

21 de junio. Ourense. Empieza el verano. Día de la música. Melendi.
El poeta de la calle regresa a tierras gallegas, esta vez al sur. Ourense llevaba muchos meses esperando su visita y el asturiano no defraudó a nadie. Ningún nativo de Auria quedó indiferente ante el paso de Ramón Melendi. 
Grandes atascos, padres que llevaban y traían a sus hijos e hijas, autobuses que iban llenos hacia la periferia de la capital, gran seguridad en las inmediaciones de Expourense, miles de personas con la ilusión de ver a su ídolo.
La luna casi llena, tan presente en muchas de las letras del autor, vigilaba a los ourensanos desde lo más alto.
Tras dos horas y media de espera, algún empujón y mucho mucho calor, el guerrero por excelencia salió al escenario. Sus seguidores gritaban, estaba allí, la espera había merecido demasiado la pena.
La estructura del concierto fue muy similar al que había dado el 13 de abril en A Coruña. Cantó grandes éxitos como Bar Caribe, Barbie de extrarradio o Como una vela. También temas importantes de su último disco Lágrimas desordenadas, al que hace referencia la gira, como son La tortura de Lyss (momento en el que la vena paternal se despertó), Tu jardín con enanitos o Autofotos ( En el que destacó lo incompresibles que pueden llegar a ser las mujeres para un hombre).
Todo marchaba bien.
El espectáculo duró dos horas, a las 2.00 am se ponía punto y final a la batalla con la canción que cierra esta gira, Billy el pistolero. El grito de guerra utilizado en esta ocasión fue un "Eeeeh" que iba en crescendo a diferencia del "Sí se puede" en la ciudad herculina.
Los guerreros se fueron a casa con ganas de volver a encontrarse en otro momento con Ramón.
"Un niño en un cuerpo de hombre, mi primer amor y mi peor enemigo" así es como se define a través de sus canciones.
 "Quiero que seas mi tango de Gardel, mis octavillas, mi media luna de miel, mi blues, mi octava maravilla".
"Ya no quedan canciones como las de Extremoduro" Así el cantante sentenciaba una vez más su amor hacia este grupo español.
   




Y así por la vereda de atrás nos fuimos con ganas de más. Pero mientras:
                                                                            
                                      "Que el cielo espere sentado"


                                                                                                 

lunes, 17 de junio de 2013

Movilidad exterior y mil formas de llamarlo

Movilidad exterior. Emigración. Fuga de cerebros.
Numerosas denominaciones pero solo una realidad: nos vamos. Los jóvenes españoles siguen los pasos de sus abuelos o padres y se ven en la necesidad de abandonar su ciudad, familia y amigos en busca de un futuro mejor. Ese American Dream (Sueño americano) o Spanish Dream (Sueño español).
España ese país que acogió a miles de inmigrantes hace un lustro ahora es un territorio con escasas posibilidades, los más jóvenes no ven salidas para lo que han estudiado y si hay otro país que te brinde la oportunidad de trabajar en lo que te gusta, ¿por qué no coger la maleta e irte?
Algunos pensarán que el afán de aventura de todo veinteañero que se precie es el de independizarse, coger un avión e irse lejos pero, ¿es el afán de aventura lo que nos mueve a irnos? No lo creo.
Si quisiéramos aventura nos iríamos una semana o incluso un mes a conocer mundo con nuestros amigos, es mucho más divertido.
Nadie lo deja todo por querer ser un Indiana Jones.
A algunos aún nos quedan unos años para terminar y salir a ese temible mercado laboral mas ya debemos ir haciéndonos a la idea de que aquí será muy difícil quedarnos. Solo un golpe de suerte nos librará de coger la maleta. En 2016, ¿ terminará la crisis? Quién sabe.
Hablar con tu familia ya desde el primer día de la universidad sobre que no te importaría marcharte, que no tienes miedo a ello. Que salga algún país en la televisión y hacer el comentario de: " No me importaría irme a ese país" y que tu madre te mire con cara de " no lo digas muy en serio, espero que no lo tengas que hacer" . Es toda una realidad para nosotros.

Es nuestro reto. Nos ha tocado.

Seguiremos la estela de nuestros abuelos, aquellos valientes emigrantes.






                                                 "Only hate the road when you're missing home"






                                               

viernes, 7 de junio de 2013

Y como un soplo llegó el verano

Todo empezó un mes de septiembre. Éramos unos auténticos novatos y míranos ahora, hasta algunos ya nos llaman periodistas. Increíble.
Ilusionados por lo que llegaba (universidad, independencia, fiesta, gente nueva...), con miedo por estar solos en una ciudad desconocida, con pocos conocidos, en un mundo ajeno a nosotros y sin mamá o papá para que nos resolvieran los problemas. Parecía complicado.
Los meses pasan y cada vez la vida de universitario va gustando más. Tres meses para hacer más bien poco y uno para estudiar no planteaban un mal plan.
Adaptados ya a la vida entre andenes y a la lluvia compostelana comenzábamos sin problemas el segundo cuatrimestre del curso.
Llegaba el momento en el que la toma de contacto con la radio y la televisión ya nos iba haciendo la idea de lo que sería nuestro trabajo en el futuro, largas jornadas de trabajo, poco reconocidas y mucho trabajo en equipo. De sol a sol o de sombra a sombra se pasaban los días en la facultad. 
Realmente habíamos escogido bien, el periodismo era lo nuestro. Habíamos nacido para ser curiosos y no cotillas, informar y decir la verdad (al menos en teoría).
El primer año fuera de casa, lejos de tu ciudad, de tu familia y amigos se había esfumado como esa brisa de  verano en cualquier playa de la costa gallega o para los que somos de interior, como ese viento que sopla desde la montaña en las noches de verano. Sí nueve meses sin a penas darte cuenta de  que los días pasaban  pero sin duda estos nueve meses no hubieran pasado tan rápido sin la presencia de esas personas que han hecho de este curso una estancia demasiado agradable. 
Compañeros de camino que te acompañarán a lo largo de los próximos tres años y quién sabe si de algunos más en la futura vida profesional. Son como alguna diría "amores a primera vista". Aunque los kilómetros sean muchos sabes que siempre estarán ahí.
Bueno llegó el momento de recoger, empaquetar todas tus pertenencias, llenar el coche y volver a casa con la memoria llena de miles de anécdotas y experiencias que contar y la esperanza de que el próximo septiembre será el principio de otra nueva aventura.


"La vida no es la estación, es el tren"