viernes, 7 de junio de 2013

Y como un soplo llegó el verano

Todo empezó un mes de septiembre. Éramos unos auténticos novatos y míranos ahora, hasta algunos ya nos llaman periodistas. Increíble.
Ilusionados por lo que llegaba (universidad, independencia, fiesta, gente nueva...), con miedo por estar solos en una ciudad desconocida, con pocos conocidos, en un mundo ajeno a nosotros y sin mamá o papá para que nos resolvieran los problemas. Parecía complicado.
Los meses pasan y cada vez la vida de universitario va gustando más. Tres meses para hacer más bien poco y uno para estudiar no planteaban un mal plan.
Adaptados ya a la vida entre andenes y a la lluvia compostelana comenzábamos sin problemas el segundo cuatrimestre del curso.
Llegaba el momento en el que la toma de contacto con la radio y la televisión ya nos iba haciendo la idea de lo que sería nuestro trabajo en el futuro, largas jornadas de trabajo, poco reconocidas y mucho trabajo en equipo. De sol a sol o de sombra a sombra se pasaban los días en la facultad. 
Realmente habíamos escogido bien, el periodismo era lo nuestro. Habíamos nacido para ser curiosos y no cotillas, informar y decir la verdad (al menos en teoría).
El primer año fuera de casa, lejos de tu ciudad, de tu familia y amigos se había esfumado como esa brisa de  verano en cualquier playa de la costa gallega o para los que somos de interior, como ese viento que sopla desde la montaña en las noches de verano. Sí nueve meses sin a penas darte cuenta de  que los días pasaban  pero sin duda estos nueve meses no hubieran pasado tan rápido sin la presencia de esas personas que han hecho de este curso una estancia demasiado agradable. 
Compañeros de camino que te acompañarán a lo largo de los próximos tres años y quién sabe si de algunos más en la futura vida profesional. Son como alguna diría "amores a primera vista". Aunque los kilómetros sean muchos sabes que siempre estarán ahí.
Bueno llegó el momento de recoger, empaquetar todas tus pertenencias, llenar el coche y volver a casa con la memoria llena de miles de anécdotas y experiencias que contar y la esperanza de que el próximo septiembre será el principio de otra nueva aventura.


"La vida no es la estación, es el tren"

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